04/11/09
Después de desayunar nos vinieron a buscar para ir en busca de tiburones. En un principio sólo íbamos Borja y yo en la barca, lo cual nos dio pie a coger un poco más de confianza con los guías. Más tarde vinieron más personas y cuando estábamos al completo fue cuando nos dirigimos rumbo al arrecife.
El trayecto fue espectacular observando toda la magnitud de la isla, el agua, los diferentes Motus…
Una vez llegamos al lugar señalado los guías se echaron al agua y sin pensárselo mucho empezaron a tirar comida al agua. Esto hizo que no tardaran en aparecer unas cuantas rayas, mil peces y unos cuantos tiburones de aleta negra.
La verdad, es que yo estaba un poco nerviosa, ya que los tiburones me dan pánico, pero estaba decidida y ya que estaba allí tenía que meterme.
Después de ponerme ganas, tubo y demás, le eché coraje y ¡¡al agua!! Y… ¡¡Menudos bichos más grandes…!! Ni siquiera era capaz de contar los que había…
Pero he de reconocer que el agua tranquilizaba bastante, quiero decir, que el agua está tan clara, que prácticamente te da la sensación de que no hay, por eso tienes visibilidad 100% y en todo momento puedes ver lo que hay.
La verdad es que para mí fue todo un reto y además se lo recomiendo a todo el mundo. Es cierto que me costó bajar, pero luego no quería subir. El guía no paraba de llamarme, por algo se aprendió mi nombre, y yo le decía “Espera un poquito que esto es muy bonito”. La verdad es que se portó genial conmigo.
Después de superar mis mayores miedos, nos dirigimos hacia el jardín de coral. De nuevo Borja y yo fuimos los primeros en dejar el barco y echarnos al agua… ¡¡aquello era precioso!! Había peces de todos los colores, tamaños y especies. Es increíble poder nadar en un agua tan limpia con un fondo tan impresionante como ese.
El guía se vino un rato con nosotros y nos estuvo mostrando una morena y otros tipos de peces… Y después de un buen rato en el agua, rato que se nos hizo muy corto porque nosotros nos hubiéramos quedado allí todo el día. De nuevo volvimos al barco.
Ahora estábamos dando la vuelta completa a la isla, para terminar en el Lagoonarium.
Aquí nos pasamos el resto del día, con más tiburones, rayas, tortugas y millones de peces. También nos prepararon una comida típica de Polinesia acompañada con sus canciones típicas.
Sobre las 16:30h nos dejaron en nuestro hotel y nosotros aprovechamos para darnos un chapuzón en la playa y en la piscina.
Sobre las 18:15h empezó a anochecer, así que vimos la puesta de sol y aprovechamos para hacer algunas fotos en el hotel.
Por la noche decidimos rematar el día en el restaurante y fuimos a cenar.
un sitio realmente fascinante
By: Ana on 10 diciembre 2009
at 09:34